LOS SAHARAUIS, NO BESAMOS MANOS, NI HACEMOS CULTO A LA PERSONALIDAD.

miércoles, octubre 05, 2011

ONU: Institución corrupta e ineficiente.

La ONU no sirve, no tiene poder y hace años que adolece de la necesidad de una reforma interna colosal, comenzando por sus corruptelas. Si uno lee al colega Frattini en “ONU, la historia de la corrupción”, se escandaliza hasta límites insospechados, descubriendo cómo peces gordos como Boutros-Ghali llegó a nombrar a 24vicesecretarios generales -algunos de ellos ni siquiera pisaron una sola vez la sede de Nueva York-, a pesar de que sólo tiene derecho a nombra a nueve. Por citar un ejemplo. Pero es que no hace falta irse tan lejos para comprobar que cualquier que tenga un mínimo de decencia se ve obligado a dimitir cuando le toca trabajo de campo. A la mente me viene Bastagli, el que fuera representante especial de la ONU para el Sáhara Occidental (2005-2006), que dimitió ante la inoperancia de la MINURSO en la oleada de violencia en El Aaiún por parte de Marruecos en diciembre de 2005. Esa es la diferencia entre un Bastagli honesto y un Edmond Mulet, jefe de la MINUSTAH (Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití), que regresó en mayo de este año a su cómodo sillón de la subsecretaría de Operaciones de Mantenimiento de Paz, en plena crisis por los brotes de cólera, asegurando que estaba “muy contento y satisfecho del trabajo realizado” y calificando a Haití como “uno de los países más seguros de la región”.
Y eso nos lleva a la ONU y, más recientemente, a cómo Rusia y China han vetado en el Consejo de Seguridad que la ONU intervenga en Siria. La Unión Europea (UE) y EEUU han puesto el grito en el cielo, pero no es muy diferente de lo que ellos han podido hacer en otras ocasiones. Sorprende escuchar al embajador francés en la ONU, Gerard Araud, calificar al veto de “rechazo al extraordinario movimiento en favor de la libertad y la democracia que es la Primavera Árabe”, cuando su país ha sido el único que ha puesto freno con su veto para que la MINURSO, la misión de paz de la ONU en el Sáhara Occidental, vele por el respeto de los Derechos Humanos en la región. Precisamente estos días en los que Javier Bardem, uno de las grandes defensores de la causa saharaui, da la cara por este pueblo ante la Comisión de Descolonización de las Naciones Unidas. Vaya por delante el agradecimiento, a sabiendas de que no servirá de nada desde el punto de vista político, aunque no por ello hay que desfallecer en denunciar las injusticias porque cuando el triunfa la resignación ante los poderes mercenarios, ya no queda esperanza.
La ONU es un inservible y carísimo aparato de la burocracia internacional que nunca, ni una sola vez, ha podido impedir ni lograr una paz justa en ningún conflicto y desde siempre ha sido una organización de múltiples negociados, corrupción y violaciones de derechos humanos. Varias de las personalidades que la han dirigido, los secretarios generales, han sido títeres de las grandes potencias y multinacionales. No faltó uno de ellos Kurt Waldheim con un comprometido pasado militar como oficial nazi, quien solo fue “descubierto” cuando fuera posteriormente presidente de Austria. Hubo otro, el sueco Dag H. Hammarskjold que pareció tomarse su trabajo en serio y murió en un “accidente” de aviación, acordándosele el Premio Nobel de la Paz post mortem.

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